lunes, 13 de abril de 2015

La República

1.            Porque vivimos en un Estado aconfesional, tenemos la obligación de quitar todas las enseñas religiosas de los centros y lugares municipales por ser con las que se caracterizaba el anterior régimen dictatorial nacional católico. Sagrado Corazón y crucifijos en el Ayuntamiento que son un atentado contra la no confesionalidad política. No dar pábulo gratuito a las tradicionales: navidades, semana santa.
2.            Separación de la Religión y el Ayuntamiento a todos los efectos: sociales, sicológicos y económicos para que deje de ser tenido por el elemento necesario para la vertebración de una estructura social cuyos miembros en buena parte han dejado de ser Católicos. Disolver las fiestas católicas en las fiestas populares y no celebrar las fechas religiosas ni patrones nacionales, locales ni particulares.
3.             Por todas aquellas personas que han soportado pacíficamente la influencia sutil  y permanente que tiene la Iglesia Católica. después de muchos años de severidad y perseverancia por parte de las fuerzas católicas, que le gustara a quien le gustara y sin ser respetados porque se creyeran diferentes, trataremos de inutilizar en el ambiente, las calles y los usos y las costumbres y del pueblo: la cruz, las campanas, las procesiones y el ángelus.
4.            Atajaremos de inmediato los usos municipales que se tienen desde lo más profundo y oscuro de la historia, y que se tiene como una obligación arraigada en la tradición, solamente se cortó en el periodo republicano y que consisten en que desde el común de los vecinos tengamos que: asumir y pagar desde las arcas municipales los gastos que son propios de la Parroquia de Santa Ana y de sus feligreses.
5.            En vista de lo que esta ocurriendo en pueblos vecinos en los que se han preocupado de esta cuestión: el Arzobispado en base a una normativa aprobada hace unos años, viene inmatriculando bienes que son del común, a nombre de la Iglesia Católica. Creemos que al menos a modo informativo será necesario hacer una auditoria de las propiedades de la Iglesia en el término municipal, valorar la eventualidad de que fueran de propiedad de los vecinos y cuantificar su aportación a las arcas municipales.
6.            Impregnar el ambiente vecinal y de convivencia de conceptos de igualdad y de justicia, de solidaridad y compromiso, de emancipación y libertad, de reconocimiento de derechos de tod@s, de convivencia y de respeto a las minorías. Es necesario ese cambio de la conciencia social para que sea más que palabras bonitas, que en las últimas décadas en realidad ha sido: aquí mando yo… y cada cual a lo suyo.
7.            Memoria del 1936. En el verano de 1936 asesinaron en nuestro pueblo a 52 personas. Fueron los propios familiares y vecinos quienes los arrastraron a la muerte en medio de un golpe de Estado que dieron los militares y en el que participaron muchos vecinos. Hasta hoy ha imperado el miedo y el silencio, la mentira y la hipocresía, y todavía no se ha hecho un reconocimiento de los sucesos y de los crímenes y de las víctimas.
8.            No hay nada en nuestro pueblo y tan silenciado y manipulado como la labor política que hizo el Ayuntamiento republicano en los años en los que quiso hacer despertar nuestro pueblo y se propuso labrar un futuro digno para todos sus habitantes en contra de todas las fuerzas conservadoras y de la Iglesia Católica. Es preciso hacer un reconocimiento y pasar a públicas y dar razón a todas sus actuaciones más importantes.
9.            Han pasado casi ochenta años desde que en forma de: dolor, hambre y miseria, se implantó el modo de vida y de pensar de los vencedores del golpe de estado y de la posterior guerra. Desde entonces la conciencia popular del pueblo está moldeada. No obstante, después de tanto tiempo pasado, transformaremos todas las maneras de hacer y pensar en el pueblo que están arraigadas en aquella victoria.
10.        Hoy en las calles y en las instituciones de Buñuel, solamente hay huellas católicas y franquistas que sirven de imagen del pueblo y que en algunos casos atentan contra su buen nombre produciendo una vergüenza difícil de sobrellevar. Aunque sea con muchos años de retraso, hemos de estampar huellas republicanas y recuerdos de aquellos hombres asesinados en aquellos rincones del pueblo que fueron lugares que hoy han sido olvidados y que tanto significaron en su momento.
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    Las elecciones municipales en el ámbito nacional se convirtieron en un plebiscito contra la Monarquía. Al acabar el recuento de los votos populares el Rey Alfonso XIII asumió su pérdida de legitimidad a pesar de que en el cómputo nacional, las candidaturas que le apoyaban habían conseguido más concejales adscritos en las listas electorales.

     El día 14 de Abril de 1931 se proclama la II República desde el balcón del Ayuntamiento de Éibar. Una ilusión sin medida embarga a un pueblo que ha roto con el miedo a su futuro. En Buñuel, entre la gente del pueblo, tras la proclamación a nivel nacional de la República la alegría es grande y espontánea y se contagia en la calle. Incluso antes del plazo que determinaba la ley electoral para la investidura de los electos en aquellas elecciones, el día 15 de Abril de 1.931, Alfonso Marquina Vicente, con una Casa Consistorial abarrotada de público que los jalea, toma posesión de la Alcaldía con la presencia de todos los concejales presentes en el salón de plenos.
     En la tarde noche, con gran afluencia de vecinos en el cruce de calles del Ayuntamiento se celebró el advenimiento de la República con reparto de refrescos y lanzamiento de cohetes y a última hora se festejó con música y bailes.
      La esperanza entró por las ventanas de todas las casas.
      La luz de aquella noche no la apagó la luz de la mañana.
      Y los seis hombres que habían ganado las elecciones inician su periplo como representantes públicos cogiendo con mano segura las riendas de la administración del Ayuntamiento y sin más bagajes que sus propias convicciones y conciencias y su voluntad de modificar las circunstancias ancestrales que castraban la voluntad del pueblo. 
     Entre los deseos de estos hombres y por encima de la medida de sus capacidades estaba liderar las ansias colectivas de los vecinos en las mejoras sociales que desde hace tiempo mascaban, y lo que era más importante si cabe para ellos, tratar de implementar los valores republicanos en la vida cotidiana del pueblo.
     Pero es necesario dejar patente que desde el mismo día del esperanzador advenimiento de la II República, estos hombres con entusiasmo: pobres y jornaleros, que se habían quedado solos en el mismo centro del pueblo con todos los problemas del mundo por resolver y  que estaban agravados por la miseria y el hambre, se encontraron con todas las fuerzas fácticas en contra.
 
Acta.
Sesión celebrada por el Ayuntamiento provisional proclamado, según se hace constar en el acta de la sesión de hoy, por aclamación del pueblo y convocada por el Alcalde provisional Sr. Alfonso Marquina Vicente.

Sesión de fecha del 15 de Abril de 1931.
En la sala de sesiones del Ayuntamiento de esta villa y bajo la presidencia de Don Alfonso Marquina Vicente, Alcalde provisional de este pueblo, se reúnen previa convocatoria de los señores al margen el quince de Abril de 1.931.
Habiendo sido citados solamente por papeletas los cuatro últimos expresados para invitarles a formar parte en el Ayuntamiento, ya que los demás lo habían sido verbalmente, y que esta mañana han acudido a la sesión.
Por el Sr. Alcalde se expresa que el motivo de la sesión está en constituir el Ayuntamiento.
Se ha dado lectura por el Secretario al acta levantada de la sesión de esta mañana y seguidamente por el Sr. Alcalde Don Alfonso Marquina se indica el orden de los señores concejales y aprobada por los demás es el siguiente:
Alcalde: Don Alfonso Marquina Vicente.
Segundo Alcalde: Fausto Lasheras Remón.
Tercer Alcalde: Joaquín García Lázaro.
Concejales: Avelino Arriazu Bonilla,
                   Alejandro Pascual Salvatierra.
                   Julián Tristán Litago.
                   Antonio Oliver Urzaiz,
                   Pablo Sayas Lasheras,
                   Feliciano Segura Remón
                   Gregorio Litago.
 
 
 
 

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