miércoles, 15 de abril de 2015

La asistencia Social


1.            Desde la institución más cercana a los vecin@s, esa organización pública que tiene más a la vista las necesidades cotidianas en toda su expresión muchas veces de la misma boca de quienes las sufre, se ha de dotar a los presupuestos municipales de una partida importante para la asistencia social y apoyo a necesitad@s desde la que se atienda las necesidades más vitales sin excusa ni pretexto.
 
2.            Vamos hacia un pueblo que se envejece paulatinamente razón por la cual es necesario que desde la Asistencia Social se realice un seguimiento permanente de las necesidades reales de los más desprotegidos con atención especial a los ancianos que viven solos. Hemos de dar vida y asistencia a las personas mayores dentro de sus casas para que puedan valerse por sí mismas en el entorno en el que han vivido. 

3.            No podemos descuidar a los menores de edad. Las dificultades de algunas familias con escasos recursos y en algunos casos desestructuradas y más todavía en el que no tienen un sostén inmediato de sus propias familias, hacen obligada una atención especial a las necesidades que en ocasiones se ocultan, de las dificultades y de las carencias en las que pueden vivir inmersos muchos menores de edad y prestarles auxilio.

4.            Revisión de las condiciones de habitabilidad y de subsistencia en las viviendas que ocupan los grupos de inmigrantes que han llegado al pueblo en los últimos años acompañados en algunos casos de sus familias. Destinar un cierto número de viviendas municipales sociales para que con un alquiler mínimo puedan ser utilizadas por quienes no tienen techo independiente donde vivir y lo quieren tener.

5.            Para que las obligaciones sociales no caigan exclusivamente en el común sino en la gente hemos de favorecer la creación de un soporte social y voluntario de ayuda solidaria civil en todos los aspectos: banco de alimentos, reutilización de material escolar de ropas, calzados y juguetes, acompañamiento a mayores, asistencia a transeúntes en un pequeño alberge que se destine al efecto, enfoque y superación de las adicciones, etc.

6.            Aunque debiera ser responsabilidad de otras esferas procuraremos asistencia económica para quienes sufren pobreza energética o de comunicación y que no pueden tener una vida digna una vez que tienen sus vidas entre cuatro paredes. Ayuda sin condiciones a familias y personas con problemas vitales y con sus necesidades más difíciles de satisfacer sin verse satisfechas, independiente de su procedencia y de sus actitudes personales.

7.            Aunque es complicado tratar de cuestionar las necesidades de los jóvenes, que al parecer se suponen únicamente en torno a las fiestas y a las vacas, se ha de implantar una estructura social de formación, ocio y entretenimiento que los atienda en su particular problemática con la que se encuentran al iniciarse en el mundo y que trate de apoyarles en sus inquietudes y proyectos cualesquiera que sean.

8.            Trabajo social con los inmigrantes para procurar su integración  en el pueblo de la misma manera en la que lo hicieron todavía no hace muchos años, quienes vinieron de otras tierras no tan lejanas y han arraigado entre nosotros. Es el devenir de estos tiempos de tribulaciones y hemos de procurar el conocimiento de sus necesidades para que también puedan estar en la lista de cuestiones a solucionar.

9.            Las condiciones de vida y trabajo en estos tiempos, han cambiado de tal manera que hace necesario que también hayan cambiado la realidad en las estructuras familiares y las atenciones que se han de prestar a los afectados por los cambios. Esta nueva realidad lleva a que sea imprescindible para el bien de los niños y tranquilidad de los padres y madres: Una guardería infantil de O hasta los seis años en lo que se escolariza a los niños.

10.       La realidad cotidiana es enmarañada y ahora se dan situaciones que hace años parecían imposibles. Los pequeños conflictos crecen en la misma medida en que las relaciones humanas se hacen más complejas, por lo que vemos necesario establecer un punto de solución de conflictos y un sistema de mediación de problemas familiares con profesionales que pueda intervenir a petición de los interesados en temas: económicos, civiles, penales y otros de convivencia.
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La vida que corría por las calles de Buñuel la contaba Luis Tajafuerce en sus memorias. Hoy sesenta años después todavía nos sirven sus recuerdos.
Pero vine al pueblo y pasó el tiempo y era tal el ambiente de amargura que corría por las calles y por los campos por los que andaba la vida, que no me dijo nadie una palabra descompuesta. Y es que la cosa era así de amarga. Ahora tranquilo recuerdo y me viene la misma tristeza que sentía en aquellos tiempos, en los ratos en los que no había nada que hacer, mas que estar y pasar la vida y todo era de una espesura que no te dejaba vivir y nos pasábamos toda la vida en el trabajo para teniendo que hacer, tener alivio. Lo peor de todo era el silencio y la soledad en la que nos encontrábamos sin querer. En las casas el invierno era de una humanidad tan fría que no lo calentábamos ni echando carrasca en el fogón de la cocina en la anochecida y luego llegaba la primavera que abría las puertas a la calle y el aire no las ventilaba y abrías las ventanas y tampoco entraba la luz, y con la chicharra llegaban las fiestas, que ya no se llenaban de alegría más que con el vino y con algunas jotas que se desgarraban, entonces, algunos de los que se habían ido, venían a ver qué hacíamos si estábamos y cómo estábamos y si respirábamos y después de cada verano que pasaba, eran algunos menos los que quedaban en el pueblo, porque se iban con ellos, porque no podían aguantar más y de los nuestros de los que quedábamos callados no hablo, que en cada casa había lo suyo, pero pasaba el tiempo, y ni hablábamos entre nosotros, porque nos dolía cada cosa que nos decíamos, porque era un no poder curar la herida y estar todo el rato rascándote, mientras se nos caían las hojas como en el otoño y solamente sentíamos las ramas de nuestros dedos.
 

 
Es muy difícil explicar cómo lo fuimos pasando aquellos años y hay que vivirlo para no poder contarlo por tanto como duele. Yo en aquellas estaciones que se arrastraban con el año, con frío o con calor, con sudor, agua o con hielos, todos los días iba a trabajar contento, aunque me debía de presentar tres veces al mes al cabo de la guardia civil que había en el pueblo y tenía que ir pudiera que no. Pero un día fui y me dijo el cabo que, como ya me veía todos los días por el pueblo trajinando, que no viniera más al cuartel hasta que él no me llamara. Y ya no fui.
 
 

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